NO ES SUFICIENTE CONVERSAR, LO IMPORTANTE ES SABER COMUNICARSE

Una de las más importantes herramientas que posee el ser humano es la palabra, con ella nos podemos comunicar, expresar lo que se desea, una información, una advertencia, una aclaratoria, o simplemente decir algo que el momento y las circunstancia te hacen expresar.
Los estudiosos de la evolución de los primates, han determinado que la causa de que unos simios se desarrollaran más que las otros, fue el hecho que un grupo de ellos pudieran expresarse, comunicarse con los otros, podían decir donde estaba la comida, o como conseguirla, adonde ir, que hacer, como hacerlo, como protegerse y defenderse de los depredadores, o dar la información necesaria para lograr obtener comida y seguridad, además de contarse sus experiencias. Esto hizo de ese grupo de simios superiores evolucionara más rápidamente y se convirtiera en lo que somos hoy.
En la vida, desde de que se nace, es la palabra, la comunicación, el decir lo que sentimos, el expresar lo que pensamos, la clave de la posición donde cada cual se encuentra. Es tal la importancia de la comunicación, que es el factor primordial en la solución de problemas, el resolver los conflictos cotidianos y la manera de conseguir soluciones tanto personales como laborales o sociales, además, como lo expresamos en líneas anteriores, la capacidad de comunicarle a los integrantes del grupo nuestros conocimientos y experiencias. Pero existe un gran problema, todavía la mayoría de las personas, no saben como comunicarse y hacer que lo que alguien piensa sea escuchado, comprendido y entendido, sin que se produzca una interpretación diferente a la que se expresó.
Los que se encargan del estudio de las comunicaciones, sean estas para una negociación o para la solución de un conflicto personal, expresan que es sumamente difícil saber escuchar. El saber escuchar necesita de una gran voluntad y de un criterio maduro y avanzado de la persona receptora. Es mucho más fácil hablar que escuchar con empatía.
Podemos estar conversando con otra u otras personas, pero de allí que seamos atendidos de manera que se pueda comprender y entender lo que se dice, hay una gran distancia. Hay momentos cuando estamos expresando alguna idea, que no seamos escuchados, que nos escuchen con mediana o mínima atención, que nos escuchen y le den una interpretación distinta o que nos escuchen y nos comprendan exactamente.
En cada uno de los casos, se tiene un resultado diferente, que podría ayudarnos o todo lo contrario, causarnos problemas y malentendidos. El saber escuchar tiene como resultado que mejora no solo lo que usted oye, para su absoluta comprensión, sino también ayuda a lo que los demás expresan, para que se produzca un mayor entendimiento. Esta característica fundamental hace que podamos situarnos en el sitio donde se encuentra el que habla, como dicen los escritores, pensar y sentir como él, de esa forma tendremos o conoceremos las razones que él tiene para creer y expresar lo que dice. Razones que podemos estar o no de acuerdo, pero eso no obstaculiza, el poder comprenderlo y entenderlo. Sólo de esa manera, si no estamos de acuerdo podemos desde su propia óptica, hacer que explique o profundice un poco más y utilizar sus propios argumentos para refutar su teoría o su posición. Si la posición no está bien sustentada, caerá rápidamente y así podemos expresar nuestra opinión y lograr su aceptación de manera voluntaria y sin traumas.
En la mayor cantidad de veces que entablamos una conversación, muchos de los interlocutores o no están poniendo atención o lo hacen a medias, de esta manera la conversación es bufa, es sólo para llenar un vacío en el tiempo, no tiene importancia el tema tratado y solo se desea pasarla bien, pero cuando se habla para aclarar una situación o para negociar, es de importancia vital que la atención sea máxima y las técnicas también son diferentes.

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