EL CEREBRO DEJA DE ESCUCHAR LOS SONIDOS REPETITIVOS Y RITMICOS
El la última publicación de este blog, conversamos sobre una de las muchas herramientas heredadas de nuestros ancestros, referida a como procede el cerebro en determinados momentos, para preservar la supervivencia de la especie humana. Señalábamos en ese artículo: como el sistema nervioso, procedía para dejar de ver una imagen, donde el objeto observado permanece estático y no actualiza detalles de su configuración, que es en definitiva, la que creará su representación en el cerebro. En esa ocasión hablamos de las “microsacadas”, las responsables de poder percibirlas. Los interesados, podrán ver los detalles en ese artículo.
Ahora, nos referiremos a otra herramienta, igualmente aprendida, por años de experiencias y que son alojadas, como la anterior, en el cerebro reptiliano, donde están, entre otros, el hipocampo, el hipotálamo, el Tálamo y la amígdala. Es exactamente la zona encargada de nuestras emociones. Esta nueva herramienta es utilizada, cuando un sonido es repetitivo y rítmico a la vez y el cerebro, por esa razón, deja de escucharlo. Cuando el sonido posee esas cualidades, y nos permite tener la certeza, de no solo de lo que oiremos, sino también de cuándo lo oiremos, las neuronas auditivas, dejan de percibir nuevas variaciones del estímulo sonoro, haciendo que ellas pierdan interés y desvíen su atención, enfocándose en otro, que posea variaciones rítmicas.
Acontece en la vida diaria, cuando conversamos con una persona en una cafetería o en cualquier sitio público. Es menester, para enterarnos de los que nos dicen, obviar el sonido del ambiente –repetitivo y rítmico-, para concentrarnos mejor en el interlocutor. Es cuando el cerebro entra en acción y por su naturaleza, aparta la atención del ruido invariable, para ocuparse de otro, de mayor interés e importancia, que por razones de alerta o de comunicación, son básicos para la adaptabilidad y supervivencia de la especie
jesuspirela9@gmail.com
Ahora, nos referiremos a otra herramienta, igualmente aprendida, por años de experiencias y que son alojadas, como la anterior, en el cerebro reptiliano, donde están, entre otros, el hipocampo, el hipotálamo, el Tálamo y la amígdala. Es exactamente la zona encargada de nuestras emociones. Esta nueva herramienta es utilizada, cuando un sonido es repetitivo y rítmico a la vez y el cerebro, por esa razón, deja de escucharlo. Cuando el sonido posee esas cualidades, y nos permite tener la certeza, de no solo de lo que oiremos, sino también de cuándo lo oiremos, las neuronas auditivas, dejan de percibir nuevas variaciones del estímulo sonoro, haciendo que ellas pierdan interés y desvíen su atención, enfocándose en otro, que posea variaciones rítmicas.
Acontece en la vida diaria, cuando conversamos con una persona en una cafetería o en cualquier sitio público. Es menester, para enterarnos de los que nos dicen, obviar el sonido del ambiente –repetitivo y rítmico-, para concentrarnos mejor en el interlocutor. Es cuando el cerebro entra en acción y por su naturaleza, aparta la atención del ruido invariable, para ocuparse de otro, de mayor interés e importancia, que por razones de alerta o de comunicación, son básicos para la adaptabilidad y supervivencia de la especie
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